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Brotes de Crecimiento y Angustia de la Separación

Una duda de las muchas que rondan a las mamás lactantes, es sobre si producen suficiente leche

Siempre y cuando hayas evitado tomas con leche de fórmula y hayas mantenido una lactancia materna exclusiva, es muy difícil que simplemente “ya no tengas leche”.

Si, aun así, crees que realmente se te está acabando la leche, seguramente estés sintiendo a tu bebé muy irritable, que llora, que se pelea con pecho, se engancha para que, en cuestión de minutos, lo suelte, no duerme bien, arquee su espalda, estire sus piernas, se distraiga por todo, y se comporta en rotundo muy raro. 

Adicionalmente, puedes sentir tus pechos blandos, no tan llenos como solías sentirlos y probablemente esta situación se esté presentando alrededor de las 3 semanas, mes y medio y/o tres meses de vida.

En definitiva, no se te está acabando la leche, la lactancia materna, recuerda la regla de oro: “Si hay succión, hay producción”, y ahí no hay más. Lo que está sucediendo es que tu bebé se encuentra en un brote de crecimiento, ¿lo habías escuchado antes?

 

¿Qué es un Brote de Crecimiento?

Conocidos también como baches o crisis, los brotes de crecimientos son momentos durante la lactancia que se suelen presentar con cierta periodicidad, en donde el comportamiento “raro” del bebé responde a la necesidad biológica de mejorar la composición y aumentar el volumen de leche que tu cuerpo produce, para continuar con su desarrollo.

No porque la leche actual no sea buena, pero el cuerpo de tu bebé necesita mejorar la calidad y el volumen para seguir el ritmo de crecimiento esperado, y los brotes de crecimiento es la manera en que tiene de “pedírselo” a tu cuerpo. Una vez que tu cuerpo registra el cambio y hace la modificación de la composición/volumen, se regresan a los patrones de lactancia habituales

Los brotes suelen durar en total 1 semana poco más, poco menos. La periodicidad con la que se presentan los brotes puede variar de bebé a bebé, pero por lo regular, se presentan a las 3, 6, 9 semanas y a los 3 y 6 meses de vida. 

La forma de presentarse en todos los casos es un comportamiento errático del bebé, tomando el pecho más seguido por menor tiempo. A los brotes de 3 y 6 meses se le suma además que el infante tiene un desarrollo cognitivo más avanzado, con los sentidos más despiertos, haciendo que se distraiga. Adicional, logra conseguir de manera más rápida lo que antes le costaba trabajo. 

Lo crucial en estos brotes de crecimiento es que te armes de toda la paciencia posible y no caigas en la tentación de brindar fórmula láctea, puede terminar siendo un impacto negativo para tu producción. No te espantes si tus pechos se sienten blandos, conforme continúes en la lactancia, tu cuerpo “agarra ritmo”, por decirlo de alguna manera y tus pechos serán capaces de preparar la leche, para cuando el bebé lo necesite desencadenando la eyección de la leche a minutos de que se inicie la succión. 

 

¿Y qué tan cierto es que el bebé sólo juega con el pecho, y ya no lo necesita?

Reducir toda la magia de tu participación como mamá de un pequeño bebé o niño a ser sólo un chupón o un biberón resulta absurdo y para combatirlo la mejor herramienta que tienes es informarte correctamente y confiar en tu instinto de mamá.

 

¿Qué tu hijo se duerme en tu pecho? No sólo no está mal, sino que es lógico, primero porque si tiene libre acceso a tu pecho es algo que sucederá: tu bebé tiene hambre, succiona tu pecho, satisface su hambre, se relaja al sentirse cerca de su mamá a la que conoce por su olor, su calor característico y si a esto le sumamos una canción de cuna, unos brazos llenos de amor y un movimiento rítmico como de balancín, dormir al pecho es seguro.

Adicional a ello, la leche materna contiene un aminoácido llamado “L-Triptófano” que justamente ayuda a los bebés a conciliar el sueño, además de tener también “melatonina”, una hormona que colabora a establecer los ciclos de vigilia y sueño. Inclusive, estudios han demostrado que es en la noche cuando se presentan los picos de estas sustancias, precisamente para propiciar que el bebé concilie el sueño con mayor rapidez que en el día (uno de entre muchos motivos por los que varias mamás deciden colechar)

Este periodo no será para siempre, y por lo general, todos los niños maduran su psique con el paso del tiempo, buscando su espacio e individualidad, pero mientras son bebés y/o niños pequeños mamá cumple una función que va más allá de ser alimento: mamá genera el apego seguro, el que, curiosamente, a futuro les dará la confianza suficiente para seguir su camino.

 

¿Por qué de repente mi hijo pareciera más alterado sin querer separarse de mí, y aun de noche despierta angustiado?

Hay diferentes factores que pueden estar pasando, y es importante que antes de angustiarte o escuchar opiniones ajenas, seas objetiva a la hora de analizar específicamente lo que está pasando o si hubo cambios en la rutina de tu bebé, y por supuesto, si hay algún tema que esté relacionado con su salud, consultarlo con su pediatra. 

Sin embargo, existe un evento que generalmente se da alrededor del 8º. Mes que muchas mamás identifican y coinciden en los cambios de actitud del bebé y que se ha denominado “Angustia de Separación”.

De los 4 a los 8 meses aproximadamente los bebés desarrollan la permanencia del objeto, un término estudiado por Piaget, psicólogo estudioso del desarrollo infantil, por lo que antes de esta edad el bebé se siente parte de mamá, y no como un individuo y es por ello a partir de estos meses si no perciben objetos o personas cercanas en este caso su figura de apego, es como si no existieran, de ahí el comienzo de la angustia de la separación.

A estas alturas, el bebé está más consciente de su entorno, y empieza a dar sus primeros pasos, como parte de su proceso evolutivo psicomotor, abriéndole la opción a explorar más, y buscar experimentar nuevas sensaciones, siendo consciente de que no se encuentra pegado a mamá. Todos estos cambios son los primeros pasos que lo llevarán a adquirir conciencia de su yo, como un individuo distinto de mamá, papá y demás círculo cercano. Se espera que la culminación de este auto-reconocimiento se dé alrededor de los 2 años de edad.

Ahora bien, para que el bebé pueda establecer todo este proceso de evolución e independencia es clave fundamental el concepto de “apego seguro”. La lactancia materna en ese sentido adicional de los beneficios nutrimentales, establece los principios básicos naturales e instintivos de este apego, al formar este vínculo afectivo y consolidarlo a través del amamantamiento. Llevado con amor y seguridad, se establecen los demás vínculos con las figuras de apego y el bebé logra establecer jerarquías para identificar sus preferencias, siendo casi siempre su madre la principal figura.

De manera paradójica, si el bebé siente apego seguro podrá tener mayor confianza en explorar y experimentar nuevas cosas. Juntando las ideas de líneas anteriores, alrededor de los 8º meses entonces es cuando el infante, consciente de su entorno, es capaz de identificar la ausencia de su figura de apego y exigir su regreso, y justo es en la medida de que esto se pueda reafirmar de manera amorosa y confiable es que el bebé tendrá las herramientas necesarias para continuar su proceso de auto-descubrimiento.

 

¿Qué puedo hacer para que no me aturda esta fase?

  • Llévalo contigo. En la medida que te sea posible y más durante esta primera etapa, procura incluirlo en tus actividades y que te sienta cerca. Sabemos que puede ser desgastante, pero no es algo que vaya durar y a la larga, será el pilar de confianza que tu bebé necesitará, para desarrollar su confianza en relaciones futuras.
  • Identifica y apóyate en su red de figuras de apego. Si te es imposible estar cerca de él, procura identificar las figuras de apego de tu bebé y apóyate de ellas, para que pueda sustituir temporalmente el tiempo que no estas con él y procura que sea alguien con el que tenga un vínculo emocional.
  • Se clara en tus despedidas y tus regresos. No te desaparezcas de la vista de tu bebé sin decirle nada, eso sólo acrecentará su angustia. Recuerda que está en proceso de entender y comprender el entorno, cuando te vayas se clara con él y despídete, cuando regreses, hazle saber que llegaste, esto le permitirá entender qué hay momentos en los que mamá debe irse pero que regresará.
  • Anticípate. Prepárale, antes del momento de separación con muestras afectivas, incluso platicándole lo que sucederá a continuación.  Te prepara a ti mamá y a tu bebé. 

No realizar cambios bruscos en la rutina diaria o cambiar de personas cuidadoras con frecuencia, (por ejemplo, las nanas) 

  • Desarrolla su oído además de la vista. Los bebés suelen ser demasiado visuales, si no puede verte su angustia se dispara. Acostúmbralo a escucharte para ubicarte cerca, háblale si sales de su campo de visión, de manera que el reconozca tu voz y pueda tranquilizarse.
  • Aprender a interpretar y responder a sus necesidades y estar presente para él. De manera eficaz, oportuna y afectuosamente, hace que se sientan conectados y protegidos sobre todo en momentos de necesidad emocional, lo que crea sentimientos de seguridad y una base en la que pueden sentirse a salvo para explorar el mundo

Puedes consultar este video para entender mejor los tipos de apego que se generan